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¿Y las mujeres?

Platicando sobre el mundo indígena con Floriberto Díaz, sus reclamos, sus utopías, la reforma de 2024 y un aspecto fundamental: el derecho de las mujeres.

Dra. Rosalba Hernández Hernández
Magistrada adscrita a la Sala Constitucional del Tribunal Superior de Justicia del Poder Judicial del Estado de Veracruz y profesora de la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana

FB: Rosalba Hernández Rous
X: @rousss8

Leí hace unos años un libro que me pareció tan familiar, por su contenido y porque retrata con meridiana claridad la vida y las reivindicaciones de los pueblos indígenas; y no es casualidad, pues como dice el dicho “para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo”. 

La obra relata (y retoma) el pensamiento del hermano ayuujk originario de Santa María Tlahuitoltepec, Mixe, Oaxaca, Floriberto Díaz, un legado por demás interesante, de lectura obligatoria para indígenas y no indígenas, para operadores de justicia, para quienes se dedican al quehacer jurisdiccional, legislativo o académico, o para cualquier persona que guste de una plática amena sobre ciertos temas que se ha dicho, son claves para entender y salvar al mundo de las múltiples pandemias que le aquejan, como el calentamiento global, sólo por citar un ejemplo. 

Titulada “Floriberto Díaz, Escrito. Comunalidad, energía viva del pensamiento mixe Ayuujktsënää yën – ayuujkwënmää ny – ayuujk mëk äjtën”, coordinada por Sofía Robles Hernández y Rafael Cardoso Jiménez, publicada por la Universidad Nacional Autónoma de México en el 2007, contiene escritos que dan cuenta del pensamiento filosófico, político, antropológico, jurídico, y las experiencias de vida de un luchador visionario, comunero, profesionista y líder indígena.

Claro, me habría gustado que Floriberto hubiese presenciado la aprobación de la reforma constitucional en materia indígena que se sometió a la Cámara de Diputados el 9 de agosto de 2024, a propósito del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 30 de septiembre y que entró en vigor el 1 de octubre siguiente, con plena conciencia de que, de haber vivido en este tiempo, quizás no sería tan grande su mérito como lo es, porque escribió en otro tiempo las reivindicaciones de 500 años de resistencia, resiliencia, lucha y pervivencia de los pueblos y comunidades indígenas.

Releerlo me llevó a establecer una plática cordial, sobre las múltiples necesidades y reivindicaciones de nuestros pueblos, como la de revitalizar el trabajo comunitario, la relación íntima entre la madre tierra con nosotros, pues formamos parte de ella, el sentido de la defensa de los territorios y todo lo que nos da vida y que significa la vida misma. 

Sus planteamientos siguen tan vivos y sus preocupaciones vigentes, pues reflejan la realidad de la vida y en efecto, como se señala en la obra, es tan absurdo cuestionar por qué un antropólogo hablaría de derechos indígenas o de otros temas, y la respuesta es tan simple, porque Floriberto conocía el día a día del pueblo Mixe, sus necesidades, sus problemáticas, sus discriminaciones, su vida en comunidad y el ejercicio de la comunalidad, el reclamo por la autonomía, la autodeterminación, el rechazo al sistema de partidos políticos, al esquema educativo y a sus deficiencias, etc. Su sola experiencia de vida y su deber (tequio intelectual), le otorgaron esa autoridad para hablar de la situación de su pueblo Mixe, vista por los juristas, como una intromisión a su campo, cuando sólo se trata de las reivindicaciones históricas y la realidad evidente de la mayoría de los pueblos indígenas de México y el mundo.

De manera concreta planteó reivindicaciones importantes, como las siguientes: 

– Saneamiento de la administración de justicia. 

– La creación de una instancia (Secretaría) que atienda los asuntos de los pueblos indígenas en todos los renglones. 

– Mecanismos idóneos para hacerse representar en cámaras locales y federales, sin necesidad de meterse a un partido político.

– La nueva propuesta de modernidad educativa, en rechazo a la educación bilingüe, vislumbrando la educación intercultural. 

– La mejora salarial de las y los maestros y la calidad de la educación, la cual debe ser adecuada y pertinente, más creativa, en relación directa con la naturaleza, en la lengua originaria de cada lugar, combinada con el análisis de las necesidades e intereses primordiales de la comunidad, etc. 

– Más y mejores vías de comunicación.

– Respeto a las tierras comunales y a los territorios. 

Para explicar la forma de vida de los pueblos indígenas, utiliza un concepto no propio, pero que es el que más se acerca a lo que se quiere decir, se refiere a “comunidad”, la cual tiene los siguientes elementos: se trata de un espacio territorial, demarcado y definido por la posesión; una historia común, que circula de boca en boca y de una generación a otra; una variante de la lengua del pueblo, a partir de la cual identificamos a nuestro idioma común; una organización que define lo político, cultural, social, civil, económico y religioso; un sistema comunitario de procuración y administración de justicia. Es decir, no sólo es el conjunto de personas, sino personas con historias pasadas, presente y futura, que no puede definirse físicamente, sino también espiritualmente en relación con la naturaleza.

Y, por otro lado, se refiere a la comunalidad como la expresión de principios y verdades, la cual, para entenderla, hay que tener en cuenta nociones de lo comunal y lo colectivo, la complementariedad y la integralidad. Al respecto, delineó algunos elementos que la definen: la tierra como Madre y el territorio; el consenso en la asamblea para la toma de decisiones, el servicio gratuito, como ejercicio de autoridad, el trabajo colectivo, como acto de recreación y los ritos y ceremonias, como expresión del don comunal.

El punto de partida y de llegada es la Madre Tierra, así como nos lo han enseñado las abuelas y los abuelos. Ésta al ser la madre de todos los seres vivos, de ella somos, de ella nos alimentamos y a ella retornamos, aceptándonos en sus entrañas. Ella es sagrada, entonces, nosotros sus hijas/os lo somos también. 

Llevada de la mano, con el hilo conductor de la lectura, Floriberto te hace regresar a la milpa, a hablar con la tierra, a pedirle permiso y a darle gracias por sus bondades, te invita a platicar con los árboles, las aves, los ríos, que son nuestros hermanos y hermanas, pues son también parte de la Tierra; te insta al cumplimiento del deber, de hacer los ritos y ceremonias de vida al menos una vez al año, para mirarte y darte cuenta de que tu vida, es el punto más pequeño en el cosmos, pero quizás uno de los más importantes de la creación. Ahí, te das cuenta de que el origen de la vida, se encuentra en el sol, en la luna, en las estrellas (que son nuestras hermanas y hermanos), por eso nuestros ancestros y ancestras los miraban tan profundamente, los veneraban y daban gracias. 

Luego, dentro de las corresponsabilidades te traslada a visualizar las necesidades y a participar en comunidad, en la que coexisten los intereses individuales, los familiares y los colectivos. Se expresa en la reciprocidad, en la fiesta, en la banda de música o en trabajo intelectual en el tequio, éste, no es sólo trabajo físico, es también trabajo creativo, energía transformadora, no esclavizante, a través del que se afianza la comunalidad y del que derivan los sistemas comunitarios de organización política, económica, religiosa, cultural, social, etc. 

En sus diferentes escritos compilados, visibiliza y denuncia la situación del pueblo Mixe, que no resulta ajena a múltiples realidades que viven los pueblos indígenas, el empobrecimiento del que han sido objeto, las intromisiones en el ámbito político, religioso, y la marginación en que se les ha sumido. 

Retrata, decía, con meridiana claridad, la realidad y la situación de vulnerabilidad en la que se encuentran, ante las múltiples pandemias, como la de la pobreza, la de la discriminación, etc.; por ello reclama la participación mayor en la toma de decisiones, en un plano de igualdad, porque sólo de esa forma, dice, se logrará explicar directamente la lógica de nuestros argumentos, y los no indígenas tendrán mayores posibilidades de interesarse por comprender la esencia de nuestros pronunciamientos y propuestas, que no buscan sólo el bienestar de los propios indígenas, sino el de todos los seres humanos que cada día despiertan menos ilusionados de la civilización moderna. 

Agregaría, que cada día se deslumbran de la belleza de la madre tierra y de las bondades de la naturaleza, cuando miran la insuperable diversidad del mundo natural, pero que, la mayoría de las veces, con una falsa idea de desarrollo o progreso, se convierte en avaricia. Entonces los guardianes milenarios, deben defenderla, es su deber como parte de ella, pues se ha entendido que el riesgo no es sólo para quienes estamos en este tiempo, sino para quienes estarán aquí en mil o un millón de soles. 

Es tan extensa la obra, hilvanada de manera lógica y metodológica, en la que se abordan temas locales, regionales y globales, temas tan variados, algunos propios, como la participación de las mujeres o la transformación de la educación, y otros ajenos, como las religiones que se han enraizado en los pueblos indígenas, la intromisión de los partidos políticos, la política neoliberal con esa visión desarrollista que orilla a una gran falta de respeto a la naturaleza, es decir, el desmantelamiento del campo. 

De manera enérgica, reclama una terminología que no implique discriminación hacia el derecho indígena o sistemas normativos indígenas, esto es, que no se les nombre como usos y costumbres o derecho consuetudinario.

Estoy segura de que, en el lugar donde moran las almas, en la lengua Náhuatl se le nombra como Mictlán, Floriberto se regocija de alegría por saber que, al fin, se reconoció a los pueblos y comunidades indígenas como sujetos de derecho público con personalidad jurídica y patrimonio propio; se fortalece el concepto de pueblo indígena y el mecanismo de autoadscripción a los 70 pueblos indígenas, además de que se reconoció igual calidad a los pueblos y comunidades afromexicanas o como se autodenominen; la protección de la propiedad intelectual; el patrimonio biocultural; la medicina tradicional; la jurisdicción indígena; el derecho a la consulta previa, libre, informada, de buena fe, culturalmente adecuada, y un aspecto fundamental, los derechos de las mujeres. 

Aquí he de detenerme, y no es porque pretenda justificar el actuar, la escritura o los reclamos del autor, habría que situarse en el momentum, para hablar de igualdad de género, pues acudimos a un siglo XXI, de exigibilidad no de cuotas, sino de paridad en todo 50/50 del mundo, de los cargos, como acción afirmativa para poder estar, presenciar y participar de todas las grandes decisiones en el país.

Y aunque se está en el camino, falta mucho por hacer en relación a las mujeres indígenas, pues si bien las feministas sostienen que, con lentes de género se ve otro derecho, definitivamente, con lentes de mujer indígenas se vislumbran otro género de derechos; los derechos colectivos y particularmente de la defensa del ser más importante que tenemos los seres humanos, la gran madre, la madre tierra, Tonantzin o la Pachamama, de todos refugio y de todos sepulcro, que apunta a la defensa de un proceso civilizatorio como humanidad, en un pensamiento profundo que trasciende los tiempos, pues las mujeres indígenas piensan en quienes estarán aquí dentro de 1,000 o 10,000 años, de quienes somos ancestras y ancestros, y que tendrán un mundo habitable, sólo si así lo decidimos, hoy

Luego de unos minutos, la plática coloquial se convirtió en una invitación tan profunda, que te hace ponerte pecho a tierra hasta sentir el latido de la Madre, de la que formamos parte, sin la que no podemos coexistir por ser principio y fin, esencia, que es la vida misma. Me pareció verlo y escuchar las múltiples conferencias en las que expuso sus ideas, también percibí su inquietud en sus autoreflexiones, y me sentí orgullosa de los mensajes de quienes realzan sus aportes, como el de la hermana Rigoberta Menchú, Premio Nobel de la Paz, quien a 10 años de su muerte, señaló “su recuerdo, su lucha y sus sueños por vivir en un mundo mejor estarán siempre entre nosotros y seguirán siendo nuestros ejemplos”.

Con esa sensación me quedo, con ese deber…

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